A partir de enero 2023, Venecia obligará a los turistas —que únicamente la visitan un día— a hacer reservaciones y pagar tarifas para visitar la histórica ciudad de los canales. Las autoridades alegan que con ello tratarán de manejar el flujo de visitantes que a menudo superan en número a los habitantes, impidiendo la circulación a pie en las callejuelas y los puentes peatonales.
Los turistas que opten por no pernoctar en los hoteles u otros alojamientos tendrán que efectuar una reservación en línea, indicando el día de la visita, y pagar una tarifa de entre 3 y 10 euros (3,15 y 10,5 dólares) por persona, dependiendo de si se hace por adelantado, si es la temporada alta o si la ciudad está atestada.
Los infractores pueden pagar multas de hasta 300 euros (315 dólares) si son descubiertos sin haber pagado su reserva y pago con un código QR.
Alrededor del 80% de los turistas van a Venecia únicamente a pasar el día. En 2019, el último año completo antes de la pandemia, unos 19 millones de excursionistas de un día visitaron Venecia y le dieron apenas una fracción de los ingresos de los que pasaron al menos una noche.
Recordemos que Venecia está construida sobre un archipiélago de más de 100 pequeñas islas, todas ellas unidas entre sí por casi 500 puentes. Su característica más famosa es la manera de transportarse a través de la navegación por los canales.
Dado que quienes se alojan en hoteles y pensiones pagan un impuesto por ello, están exentos de las reservaciones y la tarifa.
Otros exentos son niños menores de 6 años, personas con discapacidades y los dueños de viviendas vacacionales en Venecia que pagan el impuesto inmobiliario.
Los excursionistas que llegan en cruceros tendrán que pagar, a menos que la empresa de cruceros pague una tarifa a la ciudad.
No habrá cuota unitaria
Por ejemplo, como ocurre con trenes o aviones, si el turista reserva con mucha antelación, el precio será menor, porque de ese modo permitirá gestionar mejor los flujos turísticos, indicó por su parte el concejal de Presupuesto, Michele Zuin.
La ciudad, subrayó, “nunca será cerrada” pero se establecerá un número máximo de turistas que puedan entrar en ella cada día y, en caso de que se supere ese límite, quien llegue deberá pagar más, y esto valdrá también para los pasajeros de los enormes cruceros.