Chablé Resort Spa es un refugio de lujo construido dentro de una antigua hacienda henequera, ubicado a 25 minutos de Mérida, en Chocholá, Yucatán. El nombre de Chablé ha resonado en los últimos días por haber sido nombrado el Mejor hotel del mundo al ganar el premio “Prix Versalles 2017”.

Se escucha muy importante, ¿pero realmente en qué consiste este galardón? El Prix Versalles es otorgado por la Unión Internacional de Arquitectos y la Unesco, y reconoce a lo mejor del diseño interior y exterior en hoteles, restaurantes, tiendas y centros comerciales a nivel mundial. Sus premisas son la cultura y la arquitectura comercial. La primera nos habla de belleza, ideales y creatividad, por otra parte, la arquitectura comercial de funcionalidad, seguridad y practicidad. Estos dos elementos se pueden ver como contradictorios, y es ahí donde nace la importancia de reconocer a aquellos desarrollos que logran hacer que la practicidad y la belleza coexistan creando un espacio único y armónico.

Este año, el honor fue otorgado a una obra mexicana, Chablé. El lujoso hotel, que  cuenta con 38 villas (incluyendo una máster suite y una suite presidencial), fue creado por Jorge Borja y Paulina Morán y fue ideado para que sea un espacio donde reencontrarse con la naturaleza y la cultura maya.

Oculto en la selva, brinda una experiencia que integra la deliciosa propuesta gastronómica creada por el aclamado chef Jorge Vallejo, quien recientemente fue reconocido como el doceavo mejor chef del mundo y el no. 1 en México, con los purificadores tratamientos de un spa que combina rituales tradicionales, terapias avanzadas y la relajante panorámica de un cenote natural abierto.

Todo esto se escucha espectacular y nos demuestra por qué Chablé fue elegido como el mejor hotel del mundo, pero a mi personal punto de vista, lo que hace especial a este establecimiento es su enfoque por incentivar la economía local. Para ser construido, ocuparon el trabajo de artesanos mayas lo que le otorga una esencia maya auténtica.

Proyectos como Chablé hacen que el nombre de México cada vez suene más a nivel mundial. Es una clara muestra de que sabemos hacer las cosas bien, de que amamos nuestra cultura y las bellezas naturales que nuestro país nos da y sobretodo, que la innovación y la pasión por lo que hacemos permiten que los demás se enamoren de nuestro trabajo.