Por: Ana Valeria Rosales
¿Sabías que la Ciudad de México es la segunda ciudad más grande del mundo? Aquí se encuentra el Castillo de Chapultepec, el único castillo real en el continente Americano; la ciudad cuenta con el mayor número de museos en América y la segunda cantidad más grande en el mundo, sólo después de Londres. Si estos datos no te parecen suficientes, la Ciudad de México es de las ciudades más pobladas a nivel mundial con más de 21 millones de habitantes recorriendo sus calles. Habiendo aclarado estos puntos, estas son mis impresiones durante mis visitas a la capital de México.
Tengo casi 3 años viviendo en la hermosa ciudad de Querétaro, ya son varios años, pero aún sigo siendo esa duranguense acostumbrada a una ciudad pequeña que piensa que un viaje en transporte público de 20 minutos es desperdiciar todo el día en un traslado. Entonces, si, pueden reírse de mí porque soy esa persona que cuando tiene la oportunidad de subirse al metro en la Ciudad de México siente que es una experiencia de otro mundo.
Cada vez que visito la ciudad de México, dos emociones me embargan desde el primer momento: la primera es sentirme diminuta, en medio de ciudad tan inmensa y con tanta historia como esta, donde ves a un sinfín de personas corriendo de un lado a otro sobre un calles que han sido locación de mil historias; y la segunda es sorprendida de cómo puede haber tanta gente viviendo en un solo lugar sin que la ciudad colapse. En verdad, tantas personas cohabitando en un mismo lugar es impresionante. Pero si te detienes a pensarlo, cada una de estas personas es parte de algo enorme, son como engranes donde cada quien aporta para la ciudad sea funcional.
Como les compartía antes, para mí un recorrido de 20 minutos en autobús antes era una eternidad, pero un día me di cuenta que hay personas en la capital que hacen trayectos de horas para poder llegar a sus trabajos. Primero el tren ligero, después el metro y terminamos con una aventura en el “pecero”. Son distancias grandísimas así que aquí les va mi primer recomendación, cuando viajen a la Ciudad de México, busquen alojamiento cerca del primer cuadro de la ciudad, así no perderán la mayor parte de su día tratando de llegar a los hermosos lugares que hay que visitar.
Personalmente, me encanta la Ciudad de México. Es una ciudad que te enamora con su sorprendente mezcla de historia de cientos de años, una maravillosa belleza arquitectónica, miles de actividades culturales que hacer y experiencias únicas que no podrías encontrar en ningún otro lugar.
Verdaderamente, podría pasar todo un mes caminando por las calles del primer cuadro de la ciudad sin cansarme, admirando los detalles en los edificios e imaginándome cómo lucían en su mejor época, cuando las cerretas traqueteaban circulando y llevando a las personas a sus destinos. ¿Mi punto favorito de todo el centro histórico? Definitivamente el Zócalo. Imagínate estar parado justo en el punto medio de esta histórica plaza. A tu derecha, se encuentra el Palacio Nacional sede del Poder Ejecutivo Federal, desde donde todos los años el 16 de Septiembre, nuestro presidente da el Grito de Independencia que resuena en todo el mundo. Atrás de ti, están el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Edificio de Gobierno y a tu izquierda el Portal de los Mercaderes. Y por último, frente a ti, la Catedral Metropolitana, un templo asombroso por dentro y por fuera. ¿Sabías que la Catedral tardó 250 años en ser construida en su totalidad? Verla por fuera es impresionante, al ser la más grande de América, pero te recomiendo que entres para que puedas apreciar todos los detalles que componen sus altares, el coro y las 16 capillas que se ubican al interior del templo.
Tengo recuerdos maravillosos de aventuras que he vivido en la capital. Uno de los más preciados es ir a un partido de futbol en el Estadio Azteca. Sonará raro, pero verdaderamente fue increíble, desde el primer instante en que llegué a la explanada y pude ver todos los puestos vendiendo mil y un productos de todas las formas con los colores y escudos de los equipos. Después, entrar al estadio, que por sí solo es un atractivo que no te puedes perder y, por último, ese momento cuando uno de los equipos anota y todo el estadio resuena con un sonoro “¡GOOOOOOL!”.
Otro preciado recuerdo es visitar Coyoacán. Cuando fui por primera vez iba en plan familiar, disfrutamos caminando por sus bellas calles, conociendo la historia de la zona en el tradicional tranvía y comiendo unas deliciosas tostadas en el mercado. La segunda vez que visité Coyoacán fui con amigas en búsqueda de una noche divertida y ¡vaya que la encontramos! Fue una noche de cerveza, mezcal, buena música y muchas risas.
La Ciudad de México está llena de sorpresas, desde una cata sorpresa de café hasta un emocionante espectáculo de Opera Andante en sus calles. Así que no te dejes intimidar por esta imponente ciudad, al contrario, déjate llevar por su magia y aventúrate a conocer todos sus rincones. Te aseguró que en cada visita, encontrarás algo nuevo que te hará enamorarte más y más de ella.